#ElPerúQueQueremos

https://www.elciudadanoweb.com/victor-raul-haya-de-la-torre-el-vuelo-del-condor/

Un partido agonista

Presentado al Seminario sobre el Bicentenario de la República organizado por los profesores Heraclio Bonilla y Guillermo Rochabrun, noviembre de 2021.

Publicado: 2023-10-30

La crisis actual del APRA

La situación crítica por la que atraviesa el Partido Aprista Peruano es probablemente la más seria de sus ocho décadas de historia. No solo ha perdido la inscripción legal por no participar en las elecciones generales en el 2021, sino que su dirección política terminó aliándose con fuerzas de la derecha y de la extrema derecha, lo que motiva una severa crisis de identidad.

Para entender cómo se llega a una situación así de grave en el que era considerado el partido mejor organizado del Perú vale la pena repasar la herencia que dejaron su fundador y las primeras generaciones con las interpretaciones de Alan García Pérez, que dirigió al partido desde principios de los años ochenta hasta su trágico fallecimiento en el 2019, llegando a ser el único líder aprista en ganar la presidencia de la república en dos periodos (1985-1990 y 2006-2011).

Para comprender mejor los procesos ideológicos y políticos del partido es necesario subrayar que en términos de organización y militancia el Partido Aprista fue siempre una especie de “monarquía democrática”. La democracia interna, que era bastante intensa, se agotaba ante la figura del Jefe máximo, pese a sus centenares de miles de militantes a lo largo y ancho de todo el territorio. Repetía el molde de los viejos caudillismos de los partidos socialistas o comunistas del siglo pasado. No significa que con Haya de la Torre no existieran episodios muy intensos, de disputas, muchas de las cuales se explican por fuertes corrientes internas de crítica a su liderazgo y de rupturas importantes a lo largo del tiempo.

Pero al final se imponía su autoridad. Mucho se ha quedado en páginas perdidas de la historia, aunque puede ser estudiado todavía en la inmensa documentación dispersa. Después de la muerte del Jefe máximo, García Pérez de algún modo intenta repetir el mismo esquema, con menos suerte. Si bien ya todos los grandes líderes fallecieron, quedan algunos discípulos que algo conocen, y preservan importantes repositorios.

Víctor Raúl Haya de la Torre: trayectoria y pensamiento

Resulta obligatorio hacer una breve referencia a las etapas en el pensamiento del fundador del APRA, dada la trascendencia de su figura en la historia política del Perú del siglo XX.

Antes de su primer exilio, como dirigente estudiantil participó en la Reforma Universitaria, así como en la jornada por las 8 horas entre 1918 y 1919. Adhirió entonces al pensamiento anarquista y antioligárquico de Manuel González Prada. Como presidente de la Federación de Estudiantes del Perú visitó el sur del país y recorrió Argentina, Uruguay y Chile. En 1923 lideró la oposición a la Consagración del Perú al Corazón de Jesús en 1923, a raíz de lo cual fue deportado.

Distingo cuatro etapas en su pensamiento. La primera del aprismo auroral (1918-1930); la segunda, la gran persecución (1931-1945); la tercera, el pactismo (1945-1968); y la cuarta, la democracia de los derechos (1969-1979).

Primera etapa: el aprismo auroral (1918-1930)

Desde su participación en la reforma universitaria, la jornada por las 8 horas de trabajo y su actividad contra la consagración al Corazón de Jesús, dispuesta por el gobierno de Augusto B. Leguía, forma su comprensión de la realidad peruana e internacional, donde sintetiza varias influencias: la revolución mexicana, el nacionalismo chino de Sun Yat-Sen, la experiencia inicial soviética –que presenció a lo largo de varios meses en 1924-, tentado en algún momento en organizar un partido de corte leninista . También se relaciona con el laborismo inglés durante sus estudios en el London School of Economics y en la Universidad de Oxford.

Su primera fase como asilado político lo lleva a Cuba y México. En este país trabaja con José Vasconcelos, secretario de Educación, y conoce de primera mano los avatares de la Revolución Mexicana en sus años de institucionalización. La Federación Obrera Local lo acredita como delegado ante la revolución soviética.

Una estadía de varios meses lo convierte en un testigo excepcional del proceso comunista a donde llega luego de la muerte de Lenin, en 1924. Trata a los altos dirigentes del partido bolchevique. Admira la oratoria y personalidad de León Trotsky, tiene amistad con el comisario de cultura Anatoli Lunatcharski y con los dirigentes de la Internacional Sindical .

En su viaje de retorno pasa una temporada en Berlín, donde queda deslumbrado por la intensa vida cultural, social y política de la Alemania gobernada por el partido social demócrata, que contrasta abiertamente con el naciente totalitarismo soviético, donde el partido único cancelaba las libertades democráticas y censuraba la vida intelectual.

Tras reponer su estado de salud en un sanatorio suizo, donde se encuentra con Romain Rolland -un destacado intelectual de izquierda-, llega a las islas británicas. Gran Bretaña se convierte por buen tiempo en una etapa de formación académica con los más solventes intelectuales de la élite socialista, lo que le permite confrontar la experiencia de la revolución bolchevique con el avance del laborismo inglés. Hacia fines de la década retorna a Alemania en la última fase de la república de Weimar, amenazada ya por el nazismo hitleriano.

Tales contrastes vividos entre la Rusia comunista y la Europa democrática lo llevan a diferenciarse de la corriente marxista leninista en el congreso antiimperialista de Bruselas de 1927. En dicho evento conoce a figuras de primera línea que marcarán buena parte del siglo XX como Chou en Lay y Ho Chi Min, así como a los más importantes líderes del comunismo latinoamericano, y donde también participa Albert Einstein, simpatizante de la izquierda internacional .

Entre estas influencias fue también muy importante el nacionalismo chino de Sun Yat-Sen. Las experiencias directas, el análisis político y su formación teórica le sirven para inaugurar una siguiente fase a partir de la redacción de El Antiimperialismo y el APRA, en 1928, aunque publicado en 1936 .

Segunda etapa: la gran persecución (1931-1945)

Tras la caída del presidente Leguía (1930) retorna al Perú para participar en las elecciones de 1931. En setiembre de 1930 se funda en Lima la sección peruana de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, que había sido lanzada como movimiento continental en México en 1924.

El APRA, a diferencia del comunismo de la época, nace como un frente de trabajadores manuales e intelectuales. En tal sentido, el programa del Partido Socialista de José Carlos Mariátegui no era muy distinto. Ambos se iniciaron en la misma corriente cultural y política aunque luego se distanciaron por su distinta concepción de la acción partidaria. El APRA sigue entonces un patrón que en cierta forma se acerca al de los partidos marxistas asiáticos, que incorporaba como su base social al campesinado, por el escaso desarrollo industrial que no permitía la existencia de un proletariado numeroso.

No hay que dejar de subrayar que tales organizaciones de base campesina mantienen distancias con el marxismo soviético cuando plantean frentes policlasistas. Este concepto posibilita que el APRA se convierta en un gran partido de masas frente a la prédica comunista de forjar un partido proletario, aunque en buena parte de su trayectoria no logra participar en democracia, porque sencillamente ésta no existía.

En 1931, el APRA denuncia fraude electoral ante la imposición del comandante Luis M. Sánchez Cerro como presidente. El nuevo gobernante al frente de la Unión Revolucionaria, de corte fascista, y con el respaldo de la oligarquía, desata un periodo de persecución e incluso expulsa del Congreso constituyente a los 27 representantes de la Célula Parlamentaria Aprista debido a las avanzadas reformas que entonces planteaban. El texto finalmente aprobado prohibió en su artículo 53 que los partidos de organización internacional fuesen reconocidos. De esa manera se excluyó a quienes ya entonces sumaban por lo menos el 40% del electorado .

Comienza lo que el aprismo denomina “la gran persecución”, un periodo de insurrecciones populares y fuerte represión que dura prácticamente hasta 1945. En ese proceso su presencia popular era tan fuerte que al igual que otras fuerzas antioligárquicas en América Latina conseguía la adhesión organizada de soldados y oficiales en las propias fuerzas armadas. Las leyes de emergencia y seguridad interior prohíben la legalidad del APRA y del Partido Comunista.

Tercera etapa: el pactismo (1945-1968)

Terminado el gobierno de Manuel Prado en 1945, el gobierno del Frente Democrático Nacional, encabezado por José Luis Bustamante y Rivero, inaugura una tercera etapa en el desarrollo del aprismo. El fundador como político de realidades recogía los cambios históricos que moldeaban su pensamiento para dar las respuestas que consideraba adecuadas en cada tiempo.

Bustamante representa un gran acuerdo político de diferentes fuerzas ideológicas con un contenido antidictatorial y democrático. El Frente Democrático Nacional aglutinó a corrientes republicanas, católicas, progresistas y al Partido Aprista como su mayor fuerza organizada.

Sucede una fuerte confrontación entre las expectativas de transformación que alienta el APRA y la fuerte resistencia de los terratenientes y el imperialismo yanqui, que culmina con el golpe del general Manuel Odría en octubre de 1948 y la consiguiente ilegalización del partido.

Haya se asila en la Embajada de Colombia durante 5 años . Durante su estadía repasa y actualiza sus fundamentos ideológicos y da paso a una noción política que admite los avances del capitalismo democrático y el nuevo espacio que se abre con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en cuya elaboración participó contando con el apoyo del Congreso y el gobierno de 1945 .

Ante la resolución de la Corte Internacional de La Haya la dictadura de Odría le permite salir del país en 1954. El Partido trabaja intensamente una alternativa democrática que posibilite la convocatoria de elecciones generales en 1956. Tras varias dudas y la imposibilidad de participar con candidatura propia el partido opta por respaldar al banquero Manuel Prado Ugarteche, dejando de lado la opinión de un fuerte sector de la militancia que hubiese preferido apoyar al joven y progresista arquitecto Fernando Belaúnde Terry. En los últimos momentos de la campaña surgió como un candidato que atraía a sectores juveniles, populares y de clases medias, sin embargo, como no llegaron a un acuerdo, generándose mucha tensión por la personalidad de ambos, el jefe aprista considera más propicia su alianza con Prado.

Prado fue un político inteligente y capaz, que de alguna forma había hecho una alianza con los comunistas durante su primer gobierno (1939-1945) –bastante autoritario-, y luego con el aprismo. Prado le ofrece lo que el APRA pedía, que era su reconocimiento. Aunque Prado reconoce de inmediato su promesa de legalización, el pacto con la derecha le genera serios problemas con vastos sectores del partido, en especial con la juventud, que luego se agravan con la coalición con Odría. La Unión Nacional Odriísta fue uno de los partidos que la oligarquía terrateniente logró organizar con cierto éxito. Este viraje a la derecha le cuesta al APRA la escisión de un sector juvenil radical, organizado como “APRA Rebelde”, y transformado después en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que se alza en armas influido por la revolución cubana.

Cuarta etapa: la democracia de los derechos (1969-1979)

La última etapa es la que más nos interesa para explicar la situación actual. Es un “aggiornamiento”: una puesta al día que hace el líder, volviendo a sus momentos más progresistas. En esta fase recupera las posiciones de una democracia social indoamericana. Ese fue siempre su gran idea, y la que orientó su práctica política. Así lo plantea en textos fundamentales que surgen de su asilo en los años 50 tales como Treinta años de Aprismo y El mensaje de la Europa nórdica .

El golpe militar de Juan Velasco Alvarado y sus reformas antioligárquicas remece la alianza política del APRA con la derecha, al punto de hacerle ver que las reformas de la Junta Militar eran prácticamente las mismas desde que las propuso en su obra primigenia El antiimperialismo y el APRA. Hay una interesante entrevista a mediados de los años 70 con Julio Cotler, donde él le pregunta al fundador del aprismo por sus alianzas con la derecha, ya que de nuevo plantea un discurso progresista de democracia social. Responde que “sobreestimó” a la derecha . Percibe que su Programa Máximo era lo que Velasco realiza, aunque en dictadura y no en democracia. La reforma agraria, la participación obrera en la industria, la coexistencia de diversas formas de propiedad, eran sus viejas banderas. Aquí entonces ocurren varios episodios interesantes. Él se proclama como el “padre” de las reformas de Velasco. En mítines en la avenida Alfonso Ugarte reivindica esa paternidad, y le resta importancia a que sean realizadas por un gobierno militar.

Luego participa, por primera vez y de manera formal, en el esfuerzo del ex canciller alemán Willy Brandt, como Secretario General de la Internacional Socialista, que reconstruye la Segunda Internacional pero como una nueva organización mundial. La anterior había sido bastante vertical y autoritaria, como la Internacional Comunista, que exigía a todos los partidos afiliados seguir las mismas pautas. En cambio esta era un gran movimiento global de partidos afines, sin hegemonía europea o predominio de alguna disciplina estatutaria.

Participa con otros líderes en un evento en Caracas en 1976, presidido por Brandt, y donde están Rómulo Betancourt, los socialistas chilenos, el MNR boliviano, Liberación Nacional de Costa Rica, el PRD de República Dominicana, los socialistas uruguayos y argentinos. Y también nuevas fuerzas de izquierda que aparecían en ese entonces. Betancourt da el discurso inaugural, y Haya el discurso de cierre, donde acaba aceptando que el APRA participe en una Internacional que superaba su esquema eurocéntrico. Posteriormente esto se consolida bajo la presidencia de Alan García en 1986 en un congreso realizado en Lima, donde el APRA interviene ya como miembro orgánico.

Esta etapa encuentra su cúspide con su elección como presidente de la Asamblea Constituyente en 1978 y la formulación de la Constitución de 1979, la cual se estructura sobre la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que coloca como fin supremo de la sociedad y del Estado a la persona. Esto es un cambio respecto a la concepción del socialismo marxista, en la que lo fundamental es el Estado, y no el individuo. Entramos a una aceptación plena de la libertad de los modernos: los derechos son de los individuos, y el Estado debe cumplir los deberes correspondientes para que tales derechos se realicen progresivamente. Este concepto es muy importante. En Europa luego de la Segunda Guerra se colocaba en las constituciones la Declaración Universal como elemento clave. Por supuesto en la ONU esta Declaración, que se dio en 1948, también iba evolucionando en pactos y convenios sucesivos lo que da a lugar a una nueva legislación supranacional.

En la Asamblea Constituyente jugaron un papel relevante los social-cristianos (el PPC). En los debates concurrieron delegaciones de social-demócratas y social-cristianos alemanes que coadyuvaron a las definiciones del estado social y democrático de derecho y de la economía social de mercado. Mientras que las otras fuerzas de izquierda seguían ancladas en el viejo cartabón de corte marxista-leninista, stalinista (o hasta castrista) donde el Estado dispone sobre toda la economía y la sociedad, desconociendo la pluralidad política y social. La izquierda recién entiende la Constitución de 1979 cuando empieza a regir desde el gobierno de Fernando Belaunde y participa con cierto éxito electoral en las elecciones que se suceden en la nueva década. Aunque sin hacer un proceso suficientemente serio y consistente, dado el carácter progresista de dicha Constitución, Izquierda Unida terminó por defenderla en su práctica política .

El liderazgo de Alan García Pérez

Alan García, inteligente y audaz, aunque de un temperamento contradictorio que influye significativamente en sus decisiones políticas sobre todo en momentos extremos, llega al poder en el APRA mediante un conjunto de hábiles maniobras . No existía un sucesor designado por Haya. Armando Villanueva –quien también levantaba banderas de izquierda democrática– es derrotado por Belaunde en las elecciones de 1980, produciéndose luego su ruptura con Andrés Townsend. En esas circunstancias, García –por entonces Secretario de Organización del Partido, y perteneciente a las filas de Villanueva–, logró dar un salto generacional importantísimo, donde desplaza a los viejos líderes y gana el siguiente Congreso, para sorpresa de generaciones que lo doblaban en edad. En las elecciones generales de 1985 derrota por amplio margen a la Izquierda Unida.

Sin duda su primer gobierno es de izquierda democrática. La novedad es que el APRA se presenta con un plan de gobierno bastante desarrollado, y en términos de estatizaciones mucho más amplio que el de Izquierda Unida. Mientras IU solamente proponía estatizar la empresa Southern y el Banco de Crédito, el APRA había vuelto a planteamientos de mayor envergadura. Sin embargo, dicho plan nunca se aprobó, por las incomodidades que creó en figuras más inclinadas al centro, como Luis Alberto Sánchez, quien tenía el peso suficiente para argumentar que el plan “contenía errores ortográficos y gramaticales”. Y así fue que nunca se publicó.

Su gobierno levantó una gran expectativa de transformaciones profundas. Anunció reducir el pago de la deuda externa al 10% de las exportaciones, con lo cual estaba casi alineado con Fidel Castro, quien había planteado el no pago de la deuda, que en esa época era un asunto de interés continental. A partir de ahí empezó a tener un liderazgo latinoamericano destacado. Convocó a la Internacional Socialista, y consolidó en ella la presencia del APRA.

Pero por su carácter provocó la matanza de los penales, donde se avino a los sectores más duros de los militares y la derecha, lo cual le ocasionó dificultades muy serias. En 1987 dio otro paso de gran impacto: la estatización de la banca, de la que luego se arrepintió. Fue fruto de su carácter peculiar, que le provocaba reacciones intempestivas, como en el caso de los penales. Tomó la medida sin consultar con la Comisión Política del Partido, sino solamente con algunas personas de izquierda. Si bien el proyecto fue defendido en las cámaras de diputados y senadores, la presión de la derecha y de un grupo de senadores apristas proclives a la conciliación con los sectores financieros, y lo llevó a aceptar que un recurso de amparo avalado por un juez (octubre de 1987), la suspendiera. Finalmente no se estatizó nada; quedaron para la crónica política algunos episodios, como la irrupción con una tanqueta en el Banco de Crédito.

Como presidente creía ser un gran economista. Así dispuso “que no suban los precios de los artículos de primera necesidad”, produciendo una catástrofe como la que conocemos. Esto también era parte del espíritu de cierto socialismo democrático de la época. Le había pasado a Friedrich Ebert en los lejanos años 20 en Alemania, y a Salvador Allende en Chile. Él seguía en ese discurso, pensando que con su voluntad la economía se podía estabilizar, en medio de la crisis de la deuda y el accionar terrorista de Sendero Luminoso. Todo esto terminó con la hiperinflación a fines de su periodo.

Pese a todo, su gobierno puede calificarse como progresista. Por lo mismo la respuesta de la derecha que había cooptado a Fujimori cuando dio el golpe de 1992 (al que el APRA y la izquierda habían apoyado dos años antes contra Mario Vargas Llosa), intentó vengarse de la frustrada estatización y del lenguaje a veces incendiario del ex mandatario disponiendo su captura con un gran despliegue militar, del cual escapó. El incidente terminó con su asilo en Colombia .

Sin embargo, mantuvo su peso en el APRA, pues sin él los postulantes apristas fracasaban: en 1995, la candidatura de Mercedes Cabanillas no llegó al 5%, y lo mismo sucedió con Abel Salinas en el año 2000. García retorna entonces con un discurso más de centro-izquierda. En las elecciones del 2001 es derrotado, pero impulsa un nuevo proceso de presencia orgánica del Partido en todo el país. En las primeras elecciones regionales, luego de la dictadura de Fujimori, el APRA gana en una docena de regiones, y ese es el preámbulo del triunfo del 2006. En el Partido ya había una corriente muy fuerte para restaurar la Constitución de 1979. Como presidente del partido opta por una línea más conciliadora que denomina de “centro social”.

En su segundo gobierno (2006-2011) no tuvo mayoría parlamentaria. Esto es necesario aclararlo, porque generalmente hay aquí un equívoco: el APRA tuvo solamente 36 de los 130 parlamentarios. Pero el reelecto mandatario tenía mucha experiencia, además de su voluntad política. La alianza principal que realizó no fue con el fujimorismo, sino con la UPP, que obtuvo alrededor de 40 representantes. Cuando se abre la nueva legislatura la UPP se divide exactamente en dos partes: la mitad eran de la lista de Ollanta Humala, quien la había utilizado como “vientre de alquiler”; la otra mitad responde a la dirección del congresista Aldo Estrada, titular de dicha organización. Estos últimos son los que se alían con el gobierno, durante todo el mandato.

A ellos luego se suma el PPC, con su vieja vocación de sostener a gobiernos, digamos “en buena onda” . Con esas fuerzas se ganaban las votaciones. En ocasiones se sumaba el fujimorismo con su pequeña representación. García se dedica entonces no a hacer grandes transformaciones, sino muchas obras, algunas de ellas importantes, en medio de una intransigente oposición humalista.

Después del 2011 sigue con su idea de “centro social”, preparando su candidatura para las próximas elecciones. Hacia el 2014 percibe que su respaldo había perdido fuerza. De alguna manera el discurso nacionalista y también el fujimorismo le quitan electores al APRA. De modo que tanto por la izquierda como por la derecha el aprismo empieza a perder representación. Ante ello -de nuevo inconsultamente-, acuerda una alianza con el PPC. El resultado electoral fue muy malo: 5.82%, con lo cual se derrumbó su promocionada invencibilidad electoral. Ahí empieza un proceso de desorganización del partido.

Hay que considerar dos circunstancias. Una es el deceso de Armando Villanueva el 2013. Esto es muy relevante en el imaginario partidario, porque él era el anclaje con la izquierda democrática dentro de la organización. Representaba una especie de valla moral y de crítico eficaz contra los “excesos” derechistas. Dado su prestigio de viejo luchador, y movilizando a muchos, de contenerlos, Villanueva se encargaba. García lo respetaba, sin jamás enfrentársele en público. La muerte del último líder histórico anuló esa barrera.

Más adelante se produce una situación que socava la estabilidad emocional del ex presidente. Sucede cuando se denuncia el caso Lava Jato y los fiscales lo acusan de encabezar una organización criminal. Publican entonces una lista que incluía a la gente de su confianza en el manejo económico . Esto lo golpea duramente en su cultivada autoimagen, porque supuso como todos los involucrados que la sofisticación financiera de los sobornos de las constructoras brasileñas nunca se descubriría. Pierde los papeles y busca desesperadamente, sin éxito, una alianza con Fuerza Popular de Keiko Fujimori, también acusada como organización criminal. Y acaba, como sabemos, con su suicidio el 17 de abril de 2019. Quizás esta tragedia pueda resumirse con la frase de Albert Camus en El Mito de Sísifo: “matarse es confesar” .

Deviene entonces un desastre mayor. Su gente de más confianza, a quienes impuso en la dirección del Partido, sobrepasando la democracia interna -sobre todo a partir del 2017- se desbarranca con la denuncia de Lava Jato y con este sometimiento al fujimorismo, del cual terminan siendo prácticamente subsidiarios. Pierden identidad e incluso el Partido pierde la inscripción electoral.

Así se explica la desaparición legal del APRA, su desorganización absoluta, la pérdida de identidad, al aliarse en la práctica con el fujimorismo y hasta con sectores de la extrema derecha. En tales circunstancias y a pocos años de su centenario la recomposición del Partido resulta de pronóstico reservado, pues si en su negativa coalición con el odriísmo consiguió desaparecerlo, ahora más bien la derecha fujimorista casi lo ha desvanecido.

Los líderes desaparecidos, la militancia y el futuro

Dentro del Partido, al igual que en otras fuerzas semejantes encabezadas por personajes de este tipo, pervive la noción del líder ilustrado y carismático, capaz de marcar el derrotero de sus pueblos. En tal sentido, una figura parecida a la de Haya en el continente es Fidel Castro: el hombre que hablaba acerca de todo, que sabía de todo, que se respondía a sí mismo, ante un auditorio fascinado. Tales liderazgos han predominado en muchos de estos partidos, porque la democracia contemporánea de los derechos y los ciudadanos no ha terminado de consolidarse al no permitir el ejercicio pleno de la democracia interna. En América Latina no logra consagrarse como una cultura consistente.

García por supuesto, como muchos en el APRA, trataba de imitar al maestro. Se sentía también un personaje cósmico, histórico, que dominaba el curso de los acontecimientos, y que podía encaminarlos. Esto lo traducía en un voluntarismo, en un ejercicio frenético del poder, al que se dedicaba 24 horas al día .

¿Se pudo combatir este tipo de caudillismo desde adentro del APRA? Seguramente. Víctor Raúl tuvo confrontaciones muy importantes con dirigentes obreros en los años 30. La revolución de Trujillo estalla porque Manuel Barreto –el famoso “Búfalo”–, desobedece las órdenes. Barreto venía del anarquismo, que era un componente muy significativo en la formación del APRA, y desobedeció en la planificación de un acto que probablemente pudo hacerse en mejores circunstancias. Simplemente se lanzó a la aventura; era un gran líder sindical, de fuerte predicamento, y superaba a la propia autoridad del Jefe del Partido. Lo mismo pasó con otros, como Manuel Seoane, que fue posiblemente el último que pudo disputar la conducción (incluso como candidato a vicepresidente superó la votación del propio Haya de la Torre en las elecciones de 1962). Seoane fallece después de la campaña de 1963.

Hasta García el APRA tuvo una intensa dinámica interna; por eso a él no le fue fácil controlarla. Lo que hizo fue organizar diferentes círculos para administrar su poder, y tuvo la gran habilidad de manejar a los medios de comunicación para que diversas situaciones no trascendieran.

La militancia y el aparato estatal

El APRA compartió con los partidos socialistas la idea del partido-Estado. Recién estaba desarrollándose la democracia tal como la conocemos ahora, basada en derechos, que comienza en realidad con la Constitución de 1979. Los partidos social-demócratas, o comunistas de América Latina, son muy parecidos. El peronismo, el PRI, de igual forma. El PC cubano, o el sandinismo en el poder, también. Los partidos-Estado quieren copar todo lo que sea posible. Pero mientras que México se ha democratizado, Cuba no. Durante su larga vida política, las mismas condiciones históricas hacen que no supere esa concepción. En los años finales de Víctor Raúl se asume plenamente el Estado social y democrático de derecho; de ahí la importancia de la Constitución de 1979, que produce un cambio de eje.

El remanente del Partido identificado con el Estado se traduce en las corruptelas que conocemos. Es la vieja concepción. Es algo que debe superarse para lograr un partido de ciudadanos, en vez de un partido de caudillos. En algún momento en el APRA se trabajó esta noción, hasta que García la derrotó.

Vale la pena agregar que en el Perú no existe la carrera pública administrativa lo que facilita la práctica clientelista de los diversos gobiernos hasta el presente.

De cara al futuro

En cuanto al porvenir, lo que hay que considerar es que García no formó un comando de alto nivel de acuerdo a la tradición orgánica. Desde el principio hubo personalidades destacadas como: Sánchez, Arévalo, Cox, Seoane, de las Casas, Villanueva, Prialé, Townsend. Eran personajes cultos que leían, escribían. De ahí que la literatura aprista sea tan abundante. García nunca permitió esto; seleccionó gente mediocre, y mantuvo en segundo plano a los más capaces, o neutralizando a unos con otros.

Intentó reemplazar la herencia ideológica de Víctor Raúl Haya de la Torre por su propia reinterpretación, que osciló desde su posición de izquierda en los años ochenta donde apostaba por un “futuro diferente” , hasta su viraje al centro social en Noventa años de Aprismo . Justificaba su aproximación a los sectores empresariales con su acercamiento al modelo chino, cuya cultura admiraba tal como lo demuestra en su libro sobre Confucio, presentado ante el propio comité central del Partido Comunista chino en Beijing .

El APRA vive una situación en extremo crítica por su crisis de representatividad electoral y la permanencia sin renovación de la dirigencia que dejó el ex presidente, identificada en el último tiempo con posturas de derecha, en abierta pérdida de identidad ideológica.

De cara al centenario de la fundación del APRA el 2024 lo que podría esperarse con cuadros apristas ahora dispersos, es la recuperación del Partido desde el pensamiento fundamental de Víctor Raúl y levantar una fuerza social demócrata de masas.

Bibliografía

Alva Castro, L. (2004). Haya de la Torre, el señor asilo. Lima: Editora Matices.

Camus, A. (1985). El Mito de Sísifo. Buenos Aires: Editorial Losada. Recuperado de: http://www.correocpc.cl/sitio/doc/el_mito_de_sisifo.pdf

Cotler, J. (1994). Política y sociedad en el Perú: cambios y continuidades. Lima: IEP. Recuperado de: http://lanic.utexas.edu/project/laoap/iep/ddtlibro20.pdf

Del Toro Huerta, M. (2012). La Declaración Universal de Derechos Humanos: un texto multidimensional. México: Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Recuperado de: http://appweb.cndh.org.mx/biblioteca/archivos/pdfs/fas_CSUPDH2-1aReimpr.pdf

García Pérez, A. (1987). El futuro diferente: la tarea histórica del APRA. Lima: EMI.

García Pérez, A. (2012). Pizarro, el Rey de la Baraja. Política, Confusión y Dolor en la Conquista. Lima: Titanium Editores. Recuperado de: https://kupdf.net/download/pizarro-rey-de-barajas-alan-garcia-perezpdf_59b6fdc108bbc52817ffde90_pdf

García Pérez, A. (2012). Confucio y la Globalización. Comprender China y crecer con ella. Lima: Titanium Editores.

García Pérez, A. (2013). Noventa años de aprismo: Hay, hermanos, muchísimo que hacer. Lima: Titanium Editores.

García Pérez, A. (2019). Metamemorias (1949-2019). Lima: Planeta.

Haya de la Torre, V. R. (1927). Por la emancipación de América Latina: artículos, mensajes, discursos (1923-1927). Buenos Aires: M. Gleizer Editor. Recuperado de: https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20180610110051/Haya_de_la_Torre.pdf

Haya de la Torre, V.R. (2010). El antiimperialismo y el APRA. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. Recuperado de: https://www4.congreso.gob.pe/comisiones/2009/cem_vrht/documentos/EL_ANTIPERIALISMO_Y_EL_APRA.pdf

Haya de la Torre, V.R. (2010).Treinta años de aprismo. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. Recuperado de: https://www.marxists.org/espanol/haya/1950s/treinta/treinta-anos-aprismo.pdf

Haya de la Torre, V.R. (2010). Mensaje de la Europa nórdica. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. Recuperado de: https://www4.congreso.gob.pe/comisiones/2009/cem_VRHT/documentos/MENSAJE_DE_LA_EUROPA_NORDICA.pdf

Jeifets, L. y Jeifets, V. (2013). Haya de la Torre, la Comintern y el Perú: Acercamientos y desencuentros. Pacarina del Sur, año 4, núm. 16, julio-septiembre 2013. Recuperado de: http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/764-haya-de-la-torre-la-comintern-y-el-peru-acercamientos-y-desencuentros#_ednref65

Molina, D. (2003). La Constitución según Juan Chávez Molina. Historia de una fraude con liquid paper. Ideele, 159, 71-73. http://www.idl.org.pe/idlrev/revistas/159/159CHAVEZMOLINA.pdf

Owen, David and Davidson, Jonathan. Hubris syndrome: An acquired personality disorder? A study of US Presidents and UK Prime Ministers over the last 100 years, Brain, Volume 132, Issue 5, May 2009, pp. 1396–1406. https://doi.org/10.1093/brain/awp008

Vallenas, H. (2012). Einstein y Haya de la Torre: Dos forjadores del siglo XX. Ojo Izquierdo, 15 de marzo, 1-9. https://es.calameo.com/read/0009319424acd5d3a3b95


Escrito por

Agustín Haya

Sociólogo. Facebook: https://www.facebook.com/agustin.haya Twitter: @agustinhaya Publicaciones: https://goo.gl/gFdCC7


Publicado en

Agustín Haya

Blog de ideas democráticas y sociales.