EL VIRUS DE LOS OLIGOPOLIOS
Agustín Haya de la Torre
La pandemia no solo desata enfermedad y muerte sino también la posibilidad de enriquecerse a diversos grupos oligopólicos. Con el tópico de que toda crisis crea oportunidades, grandes grupos empresariales decidieron aplicarlo para llenarse los bolsillos.
Durante los cuatro meses que van de la emergencia sanitaria, la ciudadanía descubrió los precios irracionales que en pleno pánico, cobraban los ocho grupos dominantes que manejan la salud privada. Clínicas que facturaban medio millón de soles o diez mil soles por día, medicamentos vendidos cientos de veces por encima de su precio habitual, además de laboratorios que le ponen su marca a productos genéricos.
Las mismas poderosas familias que controlan los principales bancos como los Romero o los Brescia, además de magnates dueños de clínicas, aseguradoras, prestadoras de servicios o inversionistas como el grupo Enfoca, Auna, Sanna, el grupo San Pablo, hegemonizan el mercado.
Quizás la consecuencia más aterradora proviene del oligopolio del oxígeno medicinal, en manos de dos empresas extranjeras. Una de ellas, Praxair, la más fuerte, participada por la minera Southern . Miles de enfermos pagan precios extremadamente abusivos. La gente agoniza o muere sin que el gobierno use el artículo 82 de la Ley general de Salud. que permite poner a disposición del Estado los servicios sanitarios privados.
Las compañías eléctricas decidieron cobrar tarifas sin ningún sustento. Sorprenden a los usuarios con el argumento baladí de que no leyeron los medidores, sin que la reguladora detenga el abuso.
Cuando la educación se brinda por internet, un servicio caro y deficiente, sale un decreto que libera a los proveedores del compromiso de ofrecer por lo menos el 40% de la velocidad contratada.
El promedio de velocidad es uno de los peores en América Latina, a su vez resulta irrisorio comparado con el de cualquier país desarrollado. Una penosa situación que solo favorece a un puñado de compañías.
Las altas tasas de interés de los bancos ahorcan a miles de pequeños prestamistas que quedaron fuera de los programas de reactivación. A diferencia de un buen número de países, el Perú no regula ni limita las tasas de interés. Incluso la norma fija al 44.5% el préstamo entre individuos pero para la banca no se aplica en absoluto. Un fuerte movimiento surgido en el sur propone que este tipo de deuda lo asuma el Estado.
El desastroso transporte privado de pasajeros, de la peor calidad, reclama subsidios que sin ningún sustento los regalan. Las concesionarias privadas del Metropolitano o el tren en Lima argumentan que como el aforo baja a la mitad, debe triplicarse el cálculo del pasaje.
Para cerrar la temporada de abusos, las empresas foráneas encargadas de la destrucción de la reserva nacional de Paracas, piden hacerla irreversible usando el muelle de la zona de amortiguamiento para transportar minerales.
La cereza la coloca una disposición oficial para que la consulta previa a las comunidades amazónicas para facilitar inversiones mineras y petroleras, se haga por internet.
Ni siquiera por manbuaré.