Tomo el título de uno de los libros del notable historiador británico Arnold Toynbee, muerto en 1975 para tratar de comprender lo que sucede. El autor del “Estudio de la historia” explica tras analizar veintiséis civilizaciones que la razón de la sobrevivencia de las que alcanzaban mayor éxito se explicaba por la capacidad de respuesta ante los retos. 

Supuso que las crisis religiosas agobiarían al mundo de su época, aunque contemplaba en los desafíos los fenómenos naturales, no cabía por cierto en su análisis algo tan poderoso como la pandemia generada por un virus

La historia registra una larga serie de pestes que mataron a millones de seres humanos. Incluso arrasaron con civilizaciones enteras como en tierras del Nuevo Mundo con la conquista europea. Nadie esperó un ataque de la naturaleza, tan devastador con el alto grado de desarrollo alcanzado, .

La pandemia saca a luz la desigualdad, traducida en la debilidad de los sistemas de salud, responsabilidad directa de las políticas neoliberales. En los países ricos, donde suponíamos los mejores, el recorte de los presupuestos lleva al asesinato social de miles de personas. El cinismo de sus ideólogos propone incluso que llegó el momento adecuado para librarse de los adultos mayores a fin de reducir las cargas sociales, que permitirían bajarles impuestos a los ricos.

En los países emergentes como el Perú, el “modelo” revela sus miserias, con la salud convertida en mercancía que privilegia al decil de más altos ingresos.

El sociólogo John Bellamy Foster de la Universidad de Oregon, apunta como problema de fondo, la “ruptura metabólica” en palabras de Karl Marx, que causa el capitalismo entre el hombre y el mundo. El filósofo alemán tomó como base los estudios científicos más avanzados de su tiempo para descubrir que la explotación industrial de la tierra provocaba un desbalance irreparable, mientras concentraba a la gente en ciudades insalubres.

La quiebra del metabolismo, de la ecología diríamos hoy, no ha hecho más que multiplicarse contaminando el planeta, deforestando, extinguiendo especies animales, al punto de provocar ecocidios.

Bellamy Foster señala que la grave crisis solo se profundizará con el sistema capitalista.

El reto de la civilización ante los cada vez más catastróficos embates de un planeta expoliado apunta a buscar un nuevo modelo de sociedad mundial, que propugne la igualdad entre los seres humanos y el respeto del medio ambiente, no al beneficio de unos cuantos y a la esclavitud de la sociedad.

De las condiciones en las que la humanidad sobreviva a la infección dependerá el futuro inmediato. Vivimos la fase que Giovanni Boccaccio describía al inicio de “El  Decamerón”, cuando narraba la depravación moral que produjo la espantosa plaga que azotó Florencia en 1348. Ante el tétrico espectáculo de los cadáveres pudriéndose en las calles, muchos huían para salvar el pellejo y sus dineros. 

Lo mismo pasa cuando los grandes países de la Europa más rica se niegan a facilitar recursos a los más golpeados. O en el Perú. cuando los dueños del sistema financiero cobran presurosos sus multimillonarios dividendos. y el gremio patronal anuncia despidos masivos.