Las encuestas indican que las elecciones complementarias no lograron convencer a los ciudadanos de su importancia. Un gran número de indecisos revela que no existe mayor preocupación en el tema. 

Varias razones llevan a tal situación. La oferta electoral en general resulta pobre, decepcionante, Las fuerzas que encabezan los sondeos en gran parte suscriben el modelo neoliberal, sin que sus posturas a su vez reflejen claridad en la lucha contra la corrupción.

En realidad la batalla contra Lava Jato la desenvuelven los jueces y fiscales de la judicatura, con apoyo de buena parte de la opinión pública pero sin fuerzas políticas que se identifiquen con el proceso.

Recordemos que por el contrario, la hegemonía del fujimorismo en el Congreso disuelto, trató por todos los medios de frenarlo. Aparte de los magistrados comprometidos, una minoría en sus instituciones, solo la presidencia de la República manifiesta un apoyo explícito.

Presidencia que a su vez nunca contó con una bancada parlamentaria. pues su vicepresidenta Mercedes Araoz participó en el golpe de opereta.

Mas bien sectores de la sociedad civil y medios independientes alientan la acción judicial. Las únicas fuerzas claras en el respaldo, Nuevo Perú y Frente Amplio, al presentarse de nuevo divididas no captan demasiadas simpatías.

El panorama no puede ser más incierto. Acción Popular o Alianza para el Progreso de Acuña, acabaron comprometidas con el intento usurpador de setiembre cuyo propósito, sometidos al fujimorismo apuntaba directamente a desbaratar la lucha contra la podrdumbre.

Ante la falta de liderazgos efectivos, junto con sus aliados, Fuerza Popular formaría un frente de los disueltos, dispuesto a volver a la carga. El improvisado partido Morado naufraga ante la estampida de su líder y el drama de violencia familiar del general Mora.

Somos Perú superaría la valla, pero incluye candidatos antagónicos que no auguran algo coherente. Igual con el partido montado con los dineros del dueño de una universidad cancelada, que no tiene mayor perfil.

La lista aprista que lidera un joven financista reaccionario, no ofrece nada más que una línea negacionista de la corrupción, mas su adhesión a las directivas de la Confiep.

En suma tendremos un parlamento que probablemente pretenda nuevamente entorpecer la lucha por la justicia. La vieja guardia ultramontana del condenado asoma de la caverna e intentará enfangar todo lo que pueda. 

La responsabilidad para defender la verdad y la convivencia democrática, queda en manos ciudadanas.