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ÉLITES SIN ÉTICA

Agustín Haya de la Torre

Publicado: 2019-12-12


A juzgar por las encuestas sobre las próximas elecciones, será difícil conseguir en apenas vuatro meses una renovación importante de la política. La inercia que favoreció a movimientos imputados como organizaciones criminales continúa. El destacamento más representativo, fundado por el condenado Alberto Fujimori, podría obtener un 20% de votos válidos.

No formará la mayoría absoluta como en el Congreso disuelto, pero seguirá en la trama por cubrir los delitos de sus líderes, socavando la moral pública. Las consultas muestran también un alto porcentaje de ciudadanos desencantados, que no deciden su voto por nadie.

En las semanas que corren, las pruebas del saqueo cometido por los grandes empresarios nacionales o extranjeros y sus aparatos políticos no paran. Más bien desde Brasil llegan evidencias contundentes que hunden más a los cleptócratas, mientras el circo habitual de sus tinterillos pulula en los grandes medios de comunicación copando todos los programas,

No es casualidad, pues los mismos comprometidos en los robos poseen grandes medios, o compran publicidad con costales de dinero negro.

Las elites dominantes demuestran cuan alejadas andan de la ética y la moral públicas. Desde el mundo clásico la ética explica los fundamentos de las costumbres, que califican la calidad de la convivencia social. Para los filósofos griegos equivalía a la virtud, la excelencia en el comportamiento, que significa la manera de contribuir al funcionamiento dee la sociedad. Distinguen entre lo justo y lo injusto para calibrar el carácter de las personas, capaces de contribuir a la cohesión social.

La virtud, la excelencia se basa en el conocimiento, traducido en las pautas que norman la vida del conjunto, La fides y la verecundia, la confianza y el respeto, claves para los romanos, propicia a los políticos que comprenden como gobernar, comoafirma Plutarco.

Cuando lo que predomina es el interés particular, el aprovechamiento de la función pública para beneficio propio, se pierde por completo el comportamiento ético. La colonización de la sociedad por el mercado, del interés privado por encima del bien común, anula por completo la moral pública y el desarrollo social.

La putrefacción de las élites socava la posibilidad del orden democrático. su poder ilegítimo no significa que sean la opción. Por el contrario, son una minoría frente a la ciudadanía que quiere hacer las cosas bien, pero que soporta el cinismo cotidiano del sistema criminal.

Si bien parece probable que la correlacion de fuerzas no varíe demasiado, no debe bajarse la guardia. La batalla por un sustento legítimo del comportamiento social pasa por superar la Constitución de 1993, nacida de la arbitrariedad y el fraude electoral.


Escrito por

Agustín Haya

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