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CAYÓ EVO ¿SIGUE PIÑERA?

Agustín Haya de la Torre

Publicado: 2019-11-14

Las políticas sociales de Evo Morales, la estabilidad macroeconómica, el crecimiento sostenido, pero sobre todo su lucha contra la discriminación racial,lo llevaron a tres periodos exitosos,. Marcaba así un hito histórico desde la revolución de 1952, que terminó con la rosca oligárquica. 

Derrotado en la consulta para reformar la Constitución a fin de postularse de nuevo, cometió el grave error de desoír el veredicto popular, Sobrestimó sus fuerzas, presionó al Tribunal Constitucional para desconocer el referéndum, entró así en una espiral que acabó con su renuncia.

Su 45% de respaldo no le permitió alcanzar los diez puntos de diferencia sobre el candidato de la derecha, Carlos Mesa. La desesperación ante una segunda vuelta que a todas luces podían perder, empujó el fraude,

La auditoria de la OEA certificó la alteración del voto popular cuando ya la protesta llevaba semanas desencadenada. En el momento en que el jefe de las Fuerzas Armadas “sugirió” su renuncia, la suerte estaba echada.

Su error sacó a luz el profundo odio racista de sectores conservadores, que no podían quejarse de la estabilidad económica ni del crecimiento sostenido durante sus mandatos. Ni siquiera del aumentó de la inversión extranjera, pese a la intervención del Estado en los recursos naturales.

El trasfondo anda por otro lado. La prueba de ello la personifica el cruceño Luis Fernando Camacho, católico ultrarreaccionario para quien el problema es consagrar la Biblia en el Palacio Quemado,

Enemigo del Estado laico, coincide con otro fenómeno que pasa desapercibido en los análisis, pues el tercer lugar lo ocupó un coreano evangélico de posturas retrógradas.

De Trump a Bolsonaro, la reacción se escuda en biblias y crucifijos para combatir la universalización de la democracia de los derechos. De paso, el fanatismo religioso les sirve para proteger sus intereses subalternos, desmontando la regulación pública.

La abrupta salida de Morales devela un irracional ánimo de venganza de los enemigos de la sociedad plural. Las masas indígenas cuya dignidad recuperó el MAS, sintieron con rabia el efecto inmediato. El discurso de los católicos o los evangélicos fanáticos no dista mucho de la feudalidad colonial. En Bolivia queda sembrada una polarización que ningún versículo divino aliviará.

Mientras tanto las huelgas arrinconan a Sebastián Piñera y acrecientan la presión contra el modelo neoliberal de la desigualdad, Sin tapujos, la ciudadanía pide una Asamblea Constituyente, para terminar con el caduco esquema de la dictadura pinochetista, el mismo que Fujimori copió e impuso en el Perú.


Escrito por

Agustín Haya

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