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LA HERENCIA DE VÍCTOR RAÚL

Agustín Haya de la Torre

Publicado: 2019-08-07

En el intenso debate ideológico de las primeras décadas del siglo XX, entre las diversas interpretaciones del marxismo, Víctor Raúl definió al aprismo como “La nueva y metódica confrontación con la realidad indoamericana de las tesis que Marx postulara para Europa”. Así lo sostiene en “El Antimperialismo y el APRA”. 

En su vasta trayectoria de más de seis décadas, Haya afrontó las distintas etapas de su vida en una permanente reflexión intelectual. Desde la formación y los deslindes en el seno de las izquierdas, donde marcó distancia con la interpretación leninista, pasando por su intransigente lucha contra las dictaduras oligárquicas y sus concesiones tácticas con la derecha para recuperar la legalidad. Llegó a la última década de su vida con una notable actualización de sus postulados doctrinarios.

Tras sus frustradas candidaturas de 1962 y 1963, vino el golpe militar con sus reformas anti oligárquicas y nacionalistas. El líder aprista afrontó el reto. Reivindicando como propias las ideas que originaban las medidas del velasquismo. Entendió la importancia de la reforma agraria, la nacionalización del petróleo y la presencia estatal en la economía. No por nada la nacionalización de tierras e industrias formaba parte del programa máximo.

Fue claro en advertir que las reformas no podrían consolidarse sin el pleno ejercicio democrático. Su reclamo del sufragio universal, anulado por completo por la dictadura, marcó el punto de quiebre.

A mediados de los años setenta, el histórico líder admitió en una entrevista con Julio Cotler, que sus alianzas con la derecha fueron fruto de una errónea sobreestimación. En 1976 participó en Caracas en el evento de la Internacional Socialista, que encabezada por Willy Brandt, ex Canciller alemán, abandonaba su eurocentrismo para convertirse en una coordinadora planetaria de los partidos de la democracia social.

El broche de oro a su proyecto político lo consolidó con la Constitución de 1979. Elegido presidente de la Asamblea Constituyente, dio el paso decisivo para que la República se refundase sobre la base de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Así el Perú forjó un orden constitucional en el que la persona es el fin supremo de la sociedad y el Estado.

Él mismo participó como delegado del Perú, en la Comisión de la ONU que dirigió Eleanor Roosevelt. El estado democrático y social de derecho debía generar las condiciones para que los derechos y las libertades se hagan realidad.

Esta obra fundamental terminó atropellada por el golpe traidor de Alberto Fujimori. La reemplazó por un texto impuesto por el fraude en 1993, que abrió las puertas al saqueo y la corrupción.


Escrito por

Agustín Haya

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