¿Qué pasaría si los medios difundieran todos los días las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta? ¿O los secuestros de Gorriti y Dyer? Si le añadiéramos la información sobre los horrendos crímenes de estudiantes y campesinos de Pativilca, aún en proceso. Con toda seguridad que las encuestas condenarían masivamente a Alberto Fujimori. 

Si a ello le añadiéramos la repetición de los videos del soborno a empresarios, periodistas y políticos, donde aparecen cerros de dinero, no quedaría en pie ni un ápice de la propaganda que pide su indulto.

El problema de la política peruana es que diversos e importantes sectores, han venido conciliando con el relato negacionista de los seguidores del reo, al extremo de considerarlo un benefactor.

En tiempos de la posverdad, no les interesa que la Corte Suprema de Chile califique de lesa humanidad los asesinatos de Pativilca y amplíe la extradición. Tampoco que durante una década tuviésemos el gobierno más corrupto de nuestra historia.

Un afiatado coro de beneficiados o partidarios de la corrupción, tiene tribuna las veinticuatro horas del día para exaltar una agonía que empezó al día siguiente que entró en prisión.

Algunos cuentan que así dividen a los hermanos. Puede que así sea, pero el resultado sin duda, fortalecerá la dupla padre e hijo de cara al 2021. El benjamín del clan anunció la ruptura con su hermana desde que ni siquiera votó por ella en las elecciones.

La fuerza del movimiento se articula con la negación de sus crímenes y latrocinios, contados en moda “alternativa” por el condenado, repetida hasta el hartazgo por poderosos aliados. Además resucitan la tradición dictatorial que pervive en el conservadurismo nativo.

Con el padre indultado por los miedos del gobierno, la campaña de Kenji tendrá un impulso decisivo. Más temprano que tarde, dejará de lado a su rival. Vislumbrándose entonces, como el candidato de la extrema derecha para un triste bicentenario.

Sus publicistas olvidan que Jorge Rafael Videla, amnistiado por Menem, volvió a la cárcel. A los 83 años lo condenaron a cadena perpetua. Murió en la prisión a los 87.