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LOS JUEGOS DEL HAMBRE

Agustín Haya de la Torre

Publicado: 2017-06-14

El reciente caso de la bebida vegetal que la empresa Gloria vende como leche, 

demuestra una vez más la desprotección del consumidor en el Perú. Los

industriales de la comida chatarra acumulan años de denuncias por la baja calidad

de sus productos, sin que hasta ahora el Estado logre regularlos.

El 2013, tras arduo debate, que contó con la fiera oposición de la industria, pudo

promulgarse una ley mediatizada, denominada “de la promoción de la

alimentación saludable para niños, niñas y adolescentes”, que cuatro años

después, carece de reglamento.

Los lobbies de las poderosas procesadoras de la mala nutrición, consiguieron que

la norma quede limitada a un grupo etario. Aparentemente convencieron a los

legisladores que a los 18 años, los peruanos podían atragantarse de calorías, sodio,

azúcares y grasas saturadas.

Existe una campaña internacional, impulsada por la OMS, la FAO y varios frentes

parlamentarios, para reducir los riesgos de las enfermedades y la desnutrición, que

provoca la comida chatarra. Las tasas crecientes de sobrepeso, obesidad, diabetes

y varios tipos de enfermedades cancerígenas, se originan en tales alimentos.

Contra lo que piensan los devotos del lucro, existe el bien común y el interés

general de promover las mejores condiciones para el desarrollo de una vida plena.

Por tal razón, las leyes para promover la alimentación saludable se centran en dos

exigencias básicas: que el etiquetado tenga una advertencia clara, que de un solo

golpe de vista permita al comprador saber si el alimento está libre de componentes

dañinos y, por otro lado, la verificación por una entidad pública de la calidad de sus

componentes, que debe igualmente ser exhibida.

Como en el Perú, el fujimorismo acabó con la legislación antimonopólica desde su

nefasta dictadura, las grandes empresas, cuyo distintivo favorito no es ningún

ovino sino un cráneo cruzado por dos tibias, gastan millones en engañar al

consumidor de todas las edades.

Si tuviésemos instituciones más serias, con toda seguridad que, como lo

comprueban en otras latitudes, los alimentos chatarra, apenas disimulan el

hambre, mal nutriendo a la gente.


Escrito por

Agustín Haya

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Blog de ideas democráticas y sociales.