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RESCATAR LA PLANIFICACIÓN

Agustín Haya de la Torre

Publicado: 2017-03-29

La tragedia de los temporales generados por El Niño, vuelve a poner en la agenda pública la necesidad de la planificación estratégica. El desastre provocado por las lluvias y las avalanchas, por un evento climático que se repite a lo largo de los siglos, ha sido impactante en la medida que todas y cada una de las situaciones sucedieron en 1983 y 1998. 

Incluso, los cronistas nos recuerdan los discursos del presidente Augusto B. Leguía, dando cuenta en sus mensajes de 1925 y 1926, de la devastación causada por las lluvias, que arrasaron, como ahora, con poblaciones y caminos.

Walter Alva rememora episodios semejantes en los siglos V y VI de nuestra era, hasta el terrible Niño del siglo VIII, que duró treinta años, que acabó con la cultura Moche. Los datos arqueológicos permiten señalar capítulos semejantes, como uno del 1200 que tuvo también resultados nefastos. Quienes revisan la historia del siglo XIX o el propio curso de la Colonia, apuntan la reiteración de fenómenos parecidos.

La inexistencia de organismos científicos de larga data en el Perú, impide un análisis más consistente, aunque con investigaciones serias, pueden reconstruirse los antecedentes.

Lo que saca a luz El Niño del 2017 es el absoluto desorden territorial imperante. Desorganización deliberada, promovida por una alianza de oscuros intereses que mezcla el afán de lucro con la demagogia política. La práctica prohibición constitucional de que el Estado construya viviendas, empuja a centenares de miles de peruanos a vivir en ríos, quebradas y cerros.

Las propias entidades públicas, en contubernio con inescrupulosos empresarios privados, construyen contra el más elemental sentido común en zonas de riesgo. Además, por cierto, evitan que se hagan las inversiones adecuadas en dragado y encauzamiento de ríos o en los vitales sistemas de agua y saneamiento.

Desde agosto del 2011, durante seis años, los gobiernos dejaron de lado el Plan Estratégico de Desarrollo Nacional al 2021. No les interesaba fijar ejes estratégicos, ni objetivos ni metas. Menos articular programas en el presupuesto nacional ni ordenar la relación con los sectores o lo gobiernos sub nacionales.

El propósito, Lava Jato lo confirma, medrar en el caos de la corrupción.


Escrito por

Agustín Haya

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