FASCISMO CLERICAL
Agustín Haya de la Torre
La variopinta marcha del odio contra la diversidad sexual del 4 de marzo, confirma la aparición de un engendro reaccionario de corte totalitario. Expresa la simbiosis del fujimorismo con movimientos religiosos integristas, tanto evangélicos como católicos.
Media docena de grupos evangélicos, conducido s por pastores con abierta filiación partidaria o intensa presencia mediática, lograron sacar unas 68 mil personas en todo el país.
Su discurso contra el currículo educativo apunta a despreciar la igualdad de género, basados en su menosprecio del papel social de la mujer y en su pánico público a la sexualidad. Su temor irracional a que se eduque a los escolares en este sistema básico para la vida, creen apoyarlo en interpretaciones literales de textos pre modernos.
Igual que los talibanes o los yihadistas del Estado Islámico, quieren imponer una tiranía social de acuerdo a lo que consideran “palabra de Dios”. Cuentan con bienes millonarios, ocultos a la tributación estatal. Sus fieles viven sometidos a una permanente exacción económica, que nadie controla.
Con esta corriente coincide el fundamentalismo católico del Opus Dei y Sodalicio, bajo el liderazgo del cardenal Juan Luis Cipriani.
Sus objetivos se centran en desmontar el Estado constitucional sustentado en los derechos humanos. Reniegan de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de todos los avances logrados desde 1945 en materia de derechos y libertades.
Quieren traerse abajo el Estado de derecho, los valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad, para imponer algo parecido al nacional catolicismo de la España franquista: mezclado con el integrismo cristiano de las sectas evangélicas de los Estados Unidos.
Su ataque apunta al corazón de las libertades y la democracia. Al estilo de la Acción Francesa o los fascistas cristianos de la ex Yugoslavia, quieren imponer una teocracia populista. Pretenden anular la pluralidad, la ciencia y la cultura, para reemplazarlas por el oscurantismo.
El engendro convive lleno de contradicciones, porque responden a dos teologías que se repudian desde hace medio milenio. El bando católico integrista programa su propia marcha, contra los anticonceptivos y a favor de los embarazos por violación.
La democracia está bajo amenaza.